Madre e hija por Renata Álvarez

Era uno de esos días lluviosos y fríos en el que todo parece no tener vida, Marisol iba en el carro con su mamá, estaba triste porque se mudarían a Ciudad Valle, una ciudad pequeña que estaba a unas cuantas horas de dónde ella vivía. Pero eso no era lo que más le dolía sino el porqué se habían mudado, todo el camino estaba recordando ese momento horrible por el cual su mamá había decidido mudarse; todo pasó ayer por la noche, ella estaba haciendo su tarea, mientras su papá como siempre estaba viendo la televisión con un cigarrillo en la mano, de pronto alguien tocó a la puerta, era su mamá, había llegado de trabajar, sus ojos estaban rojos y ella se veía como siempre, cansada de tanto trabajar, ya que su papá no trabajaba, hacía más de dos meses que lo habían corrido de su trabajo. Estaba muy feliz de que hubiera llegado su mamá, tenía muchas cosas que contarle, de pronto su papá se levantó del sofá y apagó su cigarrillo con la mano.

-Súbete a tu cuarto y no salgas-le dijo su papá a Marisol.

Ella bajó su cabeza con una tristeza que se le notaba sólo con verle el rostro y se subió a su cuarto, sabía lo que iba a pasar, eso pasaba noche tras noche cuando llegaba su mamá, su papá iba directo hacia ella y antes de saludarla o preguntarle cómo le había ido en su trabajo, lo primero que hacía era empezar a gritarle y a decirle que lo que ganaba no era suficiente para cubrir los gastos, Marisol cómo siempre estaba en su cuarto esperando a que ellos acabaran de discutir para ir con su mamá y contarle lo que le había pasado en la escuela, las buenas calificaciones que había sacado, entre muchas otras cosas más. Pero por desgracia nunca podía contarle nada de eso, ya que siempre que acababa de discutir con su papá su mamá se subía a su cuarto y pasaba horas hablando con su tía Rosa contándole que ya no aguantaba vivir así. Pero ése día fue diferente, ella estaba esperando en su habitación cuándo su mamá le gritó desde la cocina, bajó tan deprisa que casi se cae en las escaleras, pensaba que sus padres le pedirían disculpas por discutir todos los días y que ya no lo harían; cuándo llegó a la cocina su mamá estaba llorando y su papá estaba sentado con la cara agachada, ella no entendía lo que pasaba, en eso su mamá le dijo que habían decidido divorciarse, así que su mamá le dijo que tenía que elegir con quién quería irse. En ese momento la cara de Marisol parecía como si hubiera visto a un fantasma, no entendía por qué si de niña sus papás se llevaban tan bien ahora tenía que decidir irse con uno de los dos. Ella se fue directo a su cuarto sin decir una sola palabra, se acostó en su cama y empezó a recordar todos los momentos felices que había vivido en su infancia, pero también se puso a pensar en todo el sacrificio que tenía que hacer su mamá para traer dinero a la casa, mientras su papá lo único que hacía era ver la televisión y gritarle a su mamá. En ese momento se dio cuenta de la verdad, se di cuenta de que su mamá también llegaba con ganas cómo le había ido y lo mucho que la había extrañado, pero su papá nunca la dejaba ya que lo primero que hacía cuando llegaba era gritarle. Entonces se levantó de la cama, agarró todas sus cosas y bajó a la cocina, su mamá estaba recargada sobre la pared y cuándo la vio con sus cosas le preguntó que con quién había decidido irse, ella la miró directo a los ojos y pronunció lentamente CON-TI-GO mamá, la cara de su mamá se llenó de lágrimas y le dio un fuerte abrazo. Su papá las corrió de la casa, pero a Marisol y a su mamá no les importó, porque sabían que vivirían mejor y tendrían más tiempo de contarse todo lo que quisieran. Cuándo Marisol terminó de recordar todo lo que había pasado aquella noche, cambió esa tristeza por una sonrisa y le dio un abrazo a su mamá.