lunes, 9 de noviembre de 2009

Lo que se esconde detrás de una sonrisa Por Ericka Laredo

-Rosalita, ¿donde están mis papas?-

-Ya se fueron señorita. Me dieron dinero para usted-

-¡aaaahhh!, como siempre-

-Me voy a la escuela, no llegaré temprano le avisas a mis papás-

-sí, señorita-

-Aunque no creo que les importe-

Otra vez llegó Cristina con esa sonrisa fingida que escondía una tristeza inaguantable e incontenible.

Llegó gritando como siempre, llamando la atención y haciéndose la ¡idiota!

Ella bien sabia que lo que más me molestaba era eso, porque nadie me conocía tan bien como ella y nadie la conocía a ella tan bien como yo porque antes de convertirse en quien es ella era mi mejor amiga.

Pero lo que nadie sabe es por qué cambio; El año pasado cuando sus papás se convirtieron en los directores de la empresa más importante del país, ahí fue cuando Cristina quedó totalmente vacía en todos los sentidos, ni todo el dinero del mundo podía comprar esa falta de cariño y atención, lo único que tenia era su computadora y la dirección del colegio le encantaba pasarse el rato.

Hoy es la fiesta de Oscar quien sabe qué tontería hará hoy.

-Cris, ¿Cómo estás?-

-¡Qeeonda! Jime hace un buen que no te veía-

-Lose. ¿Oye quién te trajo?-

-¿Tu quién crees? Obviamente el chofer-

-¡aahh!, me lo imagine-

-Me vale, ya me acostumbre-

Típico de Cristina hacer como si todo valiera un chícharo maduro, ya no se cómo ayudarla, ya no puedo ver por ella.

Todas tus estupideces me tienen harta.

Cuando no es por el relajo en clase, o las calificaciones, el alcohol, el novio, bueno que no ha llegado a las drogas pero ganas no le faltan y los papás ni en cuenta…siguen metidos en su trabajo y solo mandan a Rosalita, la niñera.

Su 6 de promedio está a punto de ser derrotado, la escuela ya no sabe qué hacer con ella.

La única razón por la que no la corren es por el dinero de sus papás, cosa que hace que Cristina NO salga del hoyo.

Aquí vamos otra vez…

-¡Cristina!-

-¿Qué quieres Jimena?-

-¡Bájate de ahí! Estas haciendo el oso-

-Jaaaaa, ¿Crees que a estas alturas de mi vida me importa?-

-Sí, yo sé perfectamente qué te importa así que ¡Bájate!-

-Come churro Jimena, tú no me mandas-

Ayudar a Cristina era tan difícil como devolverle la vista a un ciego.

Lo peor es que por querer ser vista por sus papás se destruye a ella misma completamente.

Tan grande que era su casa para que siempre se encontrara sola con Cristina solamente, metida en su cuarto, en la computadora todo el día, con sus mil quinientos contactos de los cuales 2 no eran hipócritas con ella: yo y Rosalita.

Ya ni los viajes a Europa, a Fiji o a Australia iba con sus papás, Cristina iba con Rosalita porqué ellos no tenían tiempo.

Nunca comían, cenaban o hacían algo juntos, si querían hablar con ella simplemente le encargaban al secretario qué lo hiciera. Eso era lo que más le partía el corazón pero obviamente no se lo decía a NADIE.

Ella simplemente seguía con su vida como si no pasara nada, sólo estaba ahí encargándose de que todos la vieran mal, pero nadie se daba cuenta que por dentro a Cristina se le estaba cayendo el mundo a sus pies.

2 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  2. ¡WOW! jaja se me hace que está muy bien la trama, me guista de que se trata, pues es una realidad.
    Pero te falta redacción, acentos, y signos de puntuación.
    Corrígele eso y te va a qquedar súper bien :)
    me gustó mucho !
    Andrea Larios Campos

    ResponderEliminar