En memoria de un alcohólico por Alexia Becker

Andrew era un hombre de 38 años, alcohólico desafortunadamente.

Durante los últimos 7 años había tenido varios problemas con Lily, su esposa.

-Esto va a acabar mal, debes cumplir al 100% con tu rehabilitación. – decía.

- ¿Qué no me ves? ¡Lo estoy haciendo al pie de la letra! Tú ni te preocupes Lily, ya estas paranoíca.- le contestaba Andrew.

Por supuesto, Lily sabía que lo que decía su esposo eran sólo mentiras ya que cada noche desaparecía y volvía a la mañana siguiente.

La verdad, es que ella solo se preocupaba por la vida de su pequeño. No quería que su hijo siguiera con ese tipo de vida. Un padre alcohólico no era precisamente lo que tenía planeado para James, de tan sólo 11 años.

Durante 4 años seguidos, Andrew siguió abusando de las drogas y el alcohol, perdiéndose la vida de su hijo. Parecía como si ya ni se diera cuenta de que tenía un hijo exitoso de 15 años, capitán del equipo de fútbol, excelentes calificaciones, entre otras cosas. Además, tenía a Lily, una mujer maravillosa, y que por encima de todo, lo aguantaban sobre todas las cosas. Lástima que Andrew estuviera demasiado enfermo como para reconocerles todo lo que habían hecho por él.

Por fin, después de 11 años de alcoholismo y drogadicción, decidió ir a la rehabilitación. Esta había sido la mejor noticia que su esposa e hijo habían tenido de él hasta entonces.

Un día, de regreso de rehabilitación, Andrew llamó a Lily y a James para darles la enhorabuena de que ya lo habían dado de alta en el grupo. Les agradeció muchísimo su larga espera por ese momento tan especial. Después de todas las felicitaciones, colgó el teléfono y siguió el camino.

En casa, Lily y James estaban estallando de alegría preparando todo para la celebración. Esto no es algo que se ve todos los días, se decían para sus adentros.

Andrew por su lado, se sentía orgulloso de sí mismo, después de tanto tiempo de que su familia sufriera tanto por él, por fin podían vivir como una familia común y corriente sin sus antiguos problemas y peleas por sus adicciones.

Era una noche oscura, le subía al radio y bajaba los vidrios del auto, como si quisiera que todo el mundo se enterara del acontecimiento. De repente, miró al frente y se dio cuenta de que delante de él, iba un borracho manejando de un lado a otro de la carretera. No puede ser, así es como me veía yo, pero ya no más. Dijo contento. Aunque era peligroso, sin pensarlo, lo rebasó.

Todo paso tan rápido… Vio un camión enfrente de él, dio un volantazo, se salió de la carretera y chocó contra un árbol. De repente, solo sentía el calor de su sangre escurriéndole por todo el cuerpo, sentía una jaqueca tremenda y lo único que podía pensar era en Lily y en James. Ojalá hubiera aprovechado su vida mientras la tenía. Sin excesos ‘sólo por diversión’, pero ya que, no podía hacer nada al respecto, lo último que escuchó eran sollozos rogando por que llegara la ambulancia antes de que aquel hombre tirado en el suelo, muriera por la culpa de alguien más. Poco a poco, todo se tornó gris, luego negro, Andrew, había muerto.

Alguién tocó la puerta.

-¡Es él! ¡Es él! ¡Ya llegó!- gritaron Lily y James.

Pero, abrieron la puerta y se llevaron una gran sorpresa. Un hombre vestido de negro los estaba esperando afuera.

-¿Puedo pasar?- dijo misteriosamente.

Lily no sabía que pensar, no lo conocían y no sabían si era seguro dejarlo pasar.

-Es urgente- dijo desesperado.

-Mmm… está bien. Pase.- le contestó un poco desconfiada y lo dejó pasar.

Después de un gran silencio en la sala, el hombre suspiró y comenzó a hablar.

-Primero, déjenme presentarme: Soy Michael, y vengo de la OPD (Organización para Difuntos). Lamento tener que ser el portador de esta noticia pero tengo que decirle que su esposo tuvo un accidente hace dos horas aproximadamente y falleció. Lily estaba frustrada, ni sabía en que pensar.

-Lo siento, de verdad señora, pero ¿podría firmar estos papeles? Después, prometo que dejare de molestarla.

Lily, todavía en silencio, firmó los papeles y James que había permanecido callado durante toda la noticia, acompañó al hombre hasta la puerta. Después, volvió con su mamá.

Lily estaba sentada en el sofá, su hijo la acompañó al sofá un momento después.

Durante unas horas hubo un silencio total, ninguno de los dos sabía que decir.

Por fin, James se atrevió a hablar.

-Madre, ¿de verdad crees que sea cierto? Es decir, ¿cómo sabemos que después de tantos años de alcoholismo no le pagó a alguien para poder seguir con su vida antigua? ¿Qué crees que debamos hacer?

-La verdad James, no sé ni qué creer, pero lo cierto es que ya estábamos acostumbrados a vivir sin su presencia así que no creo que tengamos que sufrir de nuevo por lo que haya hecho esta vez.

-Entonces, ¿qué haremos ahora? ¿Cuál es el plan?- preguntó curioso. Sabía que su madre estaba planeando algo.

-Creo, que nos iremos del país.

-¡¿Cómo?! ¿A dónde iremos? ¿Dejaremos aquí nuestras vidas?

-Mira James, aquí están todos los recuerdos de tu padre ¿no crees que si no nos vamos, vamos a seguir recordando esos momentos?

-Mmm… está bien, creo que será difícil pero, tomemos nuestros ahorros y artículos más preciados y propongo que vayamos al aeropuerto y tomemos el avión que tengamos que tomar si no, qué tal si nos arrepentimos después.

-Ok, comencemos.

Y así lo hicieron, recogieron sus cosas más preciadas, se despidieron de su casa, James le habló a su novia y le pidió disculpas, se subieron al coche y se fueron en camino al aeropuerto.

Al mismo tiempo se voltearon a ver, sonrieron, y supieron que este sería un buen comienzo.