jueves, 12 de noviembre de 2009

CADA FINAL LLEVA A UN NUEVO COMIENZO por Andrea Larios

Despertó.

Eran las 6:30. Frunciendo el ceño, reclamó por 5 minutos más, pero no se los cedieron.

Ese día debía prepararse para su primer día de clases en la preparatoria.

Ella siempre se despertaba enérgica, llena de ganas para asistir a la escuela… pero eso tenía una razón: ella estaba enamorada del chico más guapo, el más inteligente, el más lindo, el más tierno… Simplemente, “el chico más cercano a la perfección”, o al menos así lo decía ella.

La hacía sentir como si se estuviera comiendo una alegría, y no podía evitar sonreír cuando lo veía o estaba con él.

Pero una tragedia la había marcado al final de la secundaria: su chico amado le dijo que él se mudaría a Inglaterra, y que probablemente jamás la volvería a ver.

Al momento de escuchar las palabras que tanto la lastimaron, simplemente se le salió una lágrima y trató de disimular su tristeza, pues no quería que su madre subiera a apurarla y la viera llorar.

Simplemente, no tenía ganas de explicarle a su mamá porqué estaba así.

–El momento más triste de mi vida.- se dijo para sus adentros.

Por quedarse pensando en él, se le hizo tarde. Se dio cuenta de ello cuando su madre la llamo; vio el reloj, eran las 6:40.

Contaba con sólo 20 minutos para bañarse, peinarse, o hacerse lo que necesitara hacer.

Decidió meterse a bañar, y, al salir, se aplicó rápidamente mousse en el cabello, se puso una diadema y a toda velocidad bajó las escaleras para desayunar.

Al bajar vio que ya todos estaban comiendo, así que ella los imitó

Se comió, o, más bien, se tragó unos hot cakes, un vaso de leche y un plato de fruta. Subió corriendo las escaleras otra vez, se lavó los dientes y en 10 minutos estaba en el coche, lista para enfrentar su primer día de clases sin David.

Llegó a la escuela, se buscó en las listas, y se dirigió a su salón.

Entró al salón, sintiéndose como si ese día ella fuera la persona más fea del mundo, (pero realmente era muy bella).

Se quedó parada en la puerta con expresión de tristeza y flojera, y buscó con la mirada por todo el salón a David, pero el no apareció.

En el momento que iba a dar la última revisada para ver si por algún milagro aparecía, su mirada se topó con la de otro chico: estatura normal, piel blanca con tonos en rosa, ojos cafés, pelo negro y corto, y por último, unos labios diminutos que se posaban al final de su cara, que se fruncieron cuando se percató que Arianna lo estaba mirando también.

Sus amigas dirían que estaba loca, que cómo ese chico se le hacía guapo, que cuál era su problema; le gritarían que se consiguiera otro chavo que se pareciera a David, que no se pasara, que estaba horrible, que no le convenía, y mil cosas más que simplemente le harían recordar más a David…Porque es el único chico que sus amigas aceptaban y que en secreto también amaban.

Otra vez, por quedarse pensando, todos tenían un lugar menos ella, el maestro ya había llegado y estaba esperando a que ella se sentara, y la estaba viendo con el rostro rojo del enojo; casi parecía que estuviera a punto de explotar.

Ella se percató de esto, así que se dirigió al único lugar que quedaba.

Caminó, tratando de verse lo más segura posible, sonrió y se acomodó el fleco que a mechones se posaba suavemente sobre su cara.

Pero nada de esto le funcionó. Se sonrojó, y todos la volteaban a ver y se burlaban de ella.

Pasado el momento de vergüenza, por fin llegó a su lugar, colgó su mochila y se sentó de golpe.

Unos pocos minutos después, el maestro les pidió que escribieran un ensayo sobre lo que sabían de la naturaleza.

Empezó a escribir; no tenía mucha inspiración, pero el maestro terminó por ponerle un diez.

Feliz pero triste, con un sabor a chocolate amargo en el corazón, regresó a su lugar.

Eran las 8:00 A.m. y solo faltaban diez minutos para que se acabara la clase. Estaba ansiosa por salir, pues debía encontrarse con sus amigas; hacía semanas que no las veía, y ya las extrañaba.

Quería contarles sobre lo ocurrido con David, y también quería describir al chico nuevo que vio en la clase, aunque ellas no lo fueran a aprobar.

Quería estrecharlas, darles un fuerte abrazo y decirles que las quería mucho.

Sonó el timbre mientras ella las figuraba en su cabeza, recordando cada gesto, cada ademán, cada insignificante detalle de sus amigas. Suspiró y salió caminando, casi corriendo, cuando chocó con el chico nuevo.

Se disculpó y el chico la miró con una expresión tierna en los ojos. Arianna se sumió en ellos, los miró fijamente por unos cortos segundos, cuando, de repente la voz del chico irrumpió en el silencio:

-Hola, ¿estás bien? – dijo.

- Me… mejor que nunca. Perdona mi torpeza, es que hoy vengo medio perdida.

- N… no te preocupes. Por cierto, ¿cómo te llamas?

-Arianna. ¿Y tú?

-Á… Ángel, -el chico parecía estar más nervioso que ella.

- Mucho gusto, oye, perdón pero me tengo que ir, es que debo ir en busca de mis amigas. Tú sabes…

-Si, si no te preocupes, oye ¿me podrías… pasar tu número…?

En el momento que Ángel pronunció las últimas 3 palabras, Arianna ya se encontraba fuera del salón.

-¡Luego me dices! – le gritó la chica, y se despidió con un ademán.

–Adiós, Arianna.- dijo Ángel.

Ángel se quedó con la expresión mas triste que nadie haya visto jamás, frunció sus pequeños labios, guardó sus libros en su mochila, y salió al pasillo, golpeando con su puño aquellos lockers que le estorbaban.

2 comentarios:

  1. Hola andy me gusto mucho tu cuento porque describe exactamente lo que la chica piensa pero es un poco triste para angel el final...y eso es lo que me gusta porque el lector reflecciona sobre lo que va a pasar despues felicidades

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  2. alexis
    que onda andy me gusto tu cuento porque dice cuanto queria arianna al chico guapo y expesas todo los sentimientos que ella siente y describes muy bien a sus amigas pero el final no me gusto porque no tiene mucho sentido esta un poco exagerado y tambien usaste un modismo

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